jueves, 26 de marzo de 2009

Encontar casa para otro.

Si buscar el hogar para uno es un tarea difícil, cargado de momentos angustiosos sumados al mal humor que genera tocar miles de timbres hasta llegar al lugar ideal, imaginémonos por un segundo hacerlo para otro. Porque acá se juntan dos cosas: mi malhumor y el del otro, una fórmula matemática más o menos así: HdP2 (hinchada de pelotas al cuadrado). Por un lado tenés muchas opciones para buscar: internet, diarios, inmobiliarias, amigos, foros, es decir que hay miles de opciones potables que enmascaran una rapidez que no existe y en realidad se pierde un día entero sólo anotando lo que consideramos que puede llegar a cerrar sea por comodidad, afinidad y por supuesto precio.
Luego perdemos otro día para llamar a cada aviso que agendamos, combinar horarios, días, que no se superpongan otras actividades ni tuyas, de él ni de los vendedores, que haya luz y para eso ya pasaron entre tres y cuatro días más, ah! y todavía no viste nada.
Y ahora si, llegó el momento para ir a ver lo que costó tanto tiempo encontrar. Claro llegamos a la puerta y ya ahí no nos cierra la cuadra, porque pasan muchos colectivos o está al lado de un colegio o de un taller mecánico o de un lavadero o de un superchino o de una fábrica o es una esquina o tenés un transformador de edenor que da al balcón (haber si todavía...) pero bueno teniendo en cuenta que ya vimos varias cosas y nada era guau, entramos. Por supuesto que lo que me puede gustar y cerrar a mí, no le gusta el otro por lo cual el filtro tiene que ser casi casi perfecto para no perder tiempo, aunque siempre hay excepciones. Es en ese momento donde uno se pregunta ¿qué corno quiere este tipo si tiene dos mangos con cincuenta más un pancho y una coca? Tranquila no hay que perder los estribos, la idea es que esa GRAN búsqueda nos deje un dinero así que cara de lady total. Resultado: nada le gustó y otra vez empezar, yo me voy de un mal humor pésimo y él también por lo cual la fórmula HdP2 no sólo es de contrastación empírica, sino además, de una precisión tal que espero la próxima vez, no volver a aplicar.